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Sexualidad a lo largo de la vida: las diferentes etapas en la vida de la mujer

La sexualidad es una parte esencial de nuestra vida que evoluciona con el paso de los años y atraviesa diversas etapas marcadas por las hormonas, los cambios personales, fisiológicos, etc. Un gran error de muchas personas es querer vivir cada etapa de la misma forma, sin adaptarse a estos cambios.

La sexualidad a través de la vida

El sexo nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos, aunque, por supuesto, no es igual en todas las etapas. En la infancia descubrimos las diferencias que hay entre ambos sexos y cómo es nuestro cuerpo; en la pubertad comenzamos a experimentar con el sexo, primero con nosotros mismos, y luego con otras personas; en la juventud descubrimos el sexo en su plenitud y muchas de sus variantes; en la edad adulta suele llegar una etapa más calmada y, si nos cuidamos, podremos seguir teniendo sexo hasta la muerte, aunque en los últimos años sea algo más tranquilo.

De hecho, si mantuviéramos hoy una relación sexual con una persona con la que hicimos el amor hace 10 años, encontraríamos muchas diferencias entre una y otra vez: habría cambiado nuestro cuerpo, el suyo, la conducta, las habilidades, el conocimiento, la gestión de las emociones y seguramente hasta la química… no somos la misma persona.

Por lo tanto, es un hecho que el sexo y los deseos sexuales varía según la edad, pero hay muchos otros condicionantes que afectan a nuestra vida sexual.

Diferentes condicionantes que marcan etapas en nuestra sexualidad

1- Las hormonas

Las hormonas, vamos a hablar especialmente de las mujeres, marcan nuestra vida en muchos aspectos ya que sus alteraciones provocan cambios en nuestro organismo tanto a nivel físico como psicológico.

Por ejemplo, en la pubertad, las hormonas causan los llamados cambios sexuales secundarios (aumento de las mamas, aparición del vello en las axilas y el pubis, menarquía o inicios de los ciclos menstruales…). Desde el punto de vista psicológico surge un interés por el atractivo físico del otro y se despierta la libido o deseo sexual, aunque no al mismo ritmo en todos los adolescentes. Es la época en la que se despierta la curiosidad, quizás las primeras masturbaciones y, en algunos casos, las primeras relaciones sexuales.

Después, las hormonas se estabilizan hasta la llegada de un embarazo. El embarazo causa una auténtica revolución hormonal que modifica todo nuestro organismo, afectando a nuestra vida sexual. En estos meses, algunas mujeres sufren un descenso de la libido, sobre todo en las primeras semanas de embarazo. No obstante, también hay mujeres que experimentan un aumento de la libido, más ganas de hacer el amor e incluso mejores orgasmos.

Después, en el posparto las hormonas de nuevo nos juegan una mala pasada en el terreno sexual ya que el aumento de la oxitocina, sobre todo si se da el pecho, hace que la libido descienda y que la mujer se encuentre cansada y con pocas ganas de hacer el amor.

La menopausia es otra etapa marcada por los cambios hormonales. En esta etapa, la disminución de los estrógenos, la principal hormona sexual femenina, puede causar un menor deseo sexual, aunque no necesariamente siempre provoca una disminución del deseo (este síntoma se da más o menos a la mitad de las mujeres durante la menopausia). Lo que sí suele producir es una cierta sequedad vaginal que puede causar dispareunia o dolor en la penetración.

Por lo tanto, las hormonas marcan altibajos en el deseo sexual, pero conocer estos cambios es fundamental para enfrentarlos y no convertirlos en un problema. En general, estas etapas son transitorias y siempre se pueden superar con confianza en la pareja, comunicación, suplementación natural cuando sea necesaria e imaginación.

2- La familia

La vida familiar camina en paralelo, sin duda, de nuestra vida sexual.

Así, cuando somos jóvenes y vivimos con nuestros padres tenemos que buscarnos la vida para poder encontrar un sitio donde mantener relaciones… El coche, la casa de un amigo o la nuestra cuando se queda vacía… Es curioso cómo, en general, cuando más ganas tenemos de sexo, más difícil nos lo pone “la vida” ya que no se suele contar con un sitio para ello.

Una vez nos independizamos contamos con unos cuantos años para disfrutar del sexo en nuestra propia casa, sin padres que nos vigilen. Estos años suelen ser de búsqueda de pareja y estabilidad, aunque también de disfrutar de diferentes parejas sexuales. Y suele llegar esa pareja que nos da estabilidad...

Pero, sin duda, lo que más marca la vida sexual es la llegada de los hijos. El cansancio, el estrés, las preocupaciones y, por qué no decirlo claramente, su presencia, hace que las relaciones sexuales se vean afectadas. Es complicado encontrar un momento para el sexo en el que nos apetezca y los niños no nos puedan interrumpir, por lo que es normal que las relaciones sexuales se vuelvan más ‘pràcticas’, sencillas y rápidas. A pesar de que es algo normal, no debemos dejar que los hijos “ahoguen” a la pareja y se debe encontrar tiempo para disfrutar del sexo con nuestra pareja.

Y una vez los hijos crecen, además de su propia presencia, surge otro problema que se ha fraguado durante los años de crianza: la rutina de la convivencia. De hecho, hay estadísticas (1) que dicen que entre los 45 y los 55 años se dan más casos de infidelidad. Muchos a esta edad optan por experimentar y arriesgarse... pero con otra persona. Por eso, es importante aprovechar que los hijos son mayores y están más tiempo fuera de casa para experimentar y probar nuevas fantasías, pero con nuestra pareja. De esta manera, podremos superar esta etapa en la que son más habituales las separaciones y divorcios.

3- La sociedad

La sociedad y la cultura en la que vivimos también influyen en nuestra sexualidad haciéndonos creer que tenemos que vivirla de una determinada manera. Por ejemplo, el hecho de que los adolescentes tengan en general un gran deseo sexual y expliquen sus primeras relaciones, quizás antes de los 18 años, puede “obligarnos” a hacer lo mismo, aunque no estemos preparados.

O pensar que con los años el sexo ya no debe ser importante para nosotros, nos puede hacer creer que tenemos un problema por tener más ganas de sexo que nunca.

Por eso, debemos liberarnos de todos esos prejuicios asociados a la edad, el sexo u otros condicionantes y vivir nuestra sexualidad como nos apetezca en cada momento, sin dejarnos influir por presiones externas, cómo una hoja en blanco, pero conociendo lo que podemos encontrarnos en cada etapa de nuestra vida por cómo se comporta nuestro cuerpo.

Fuente:

(1) Cole, T. (2006). Why do men and women cheat?

Asociación Española de Sexología Clínica (AESC)

Berman Laura; Berman Jennifer (2005), Solo para mujeres, Espasa Calpe.

Cass Vivienne (2010), El libro del orgasmo femenino, Albesa S.L. 

 

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